Comer es uno de los placeres más grandes de esta vida, pero la gula además de ser un pecado es un atentado contra tu salud.
¿Te has dado cuenta de que mientras más comida y más gente comiendo hay a tu alrededor, más comes tú? Lo mismo pasa si estás bebiendo alcohol, mientras más tomes, más ganas de comer tendrás. Compartir una comida con otras ocho personas puede hacer que dupliques tu ingesta de calorías. Sé consciente de lo que estás poniendo en tu boca en la próxima cena a la que vayas. Incluso si es tipo buffet, y estás compartiendo aperitivos y entradas, asegúrate de tener tu propio plato desde donde puedes comer, y así controlar cuánto estás consumiendo.
Todas tenemos amigas que son súper flacas, que no suben ni un solo kilo aunque coman platos enormes de pasta o hamburguesas súper extra large. Lamento decirte que no todas tenemos el mismo metabolismo, la misma rutina de ejercicios, o los mismos genes… por lo que debes medirte y acordarte que si salen a comer juntas, come una cantidad adecuada para ti, ni más ni menos, no tienes por qué ser un espejo de tu amiga.
Si ves mucha televisión, es inevitable que te den ganas de comer algo rico mientras ves tu teleserie. Varios estudios demuestran que ver anuncios de comida en la tele nos tienta para que comamos. Si esto suena familiar, es el momento de reducir la cantidad de horas que pasas frente a tu televisor, y de paso, evitas comer durante tus programas favoritos. Si no, no es mala idea tener comida saludable en tu refrigerador y una rutina de ejercicios constante.
Si crees que los alimentos “light” te dan derecho a comer mucho de ellos, o que son más sanos que los otros y que puedes comer cuanto quieras, aunque no tengas hambre, estás en un error garrafal. El problema, es que estos alimentos no están totalmente desprovistos de calorías. No sólo vas a terminar comiendo más de ellas y más grasas, no te sentirás tan satisfecha porque los alimentos light tampoco tienen el mismo sabor que los alimentos “reales”. Esto hace que anheles más comida, por lo que tu consumo de calorías aumentará aún más. Lo mejor es mantenerse alejada de comidas ligeras y disfrutar un poco del sabor de los alimentos que realmente deseas. Si piensas en que muchos de estos alimentos tienen componentes poco saludables, como el amarillo crepúsculo, abusar de ellos tampoco es una buena idea.
Otro punto, si estás durmiendo poco, tu cuerpo no recibe la cantidad adecuada de sueño y dos hormonas relacionadas con el peso se ven afectadas la leptina y la grelina. Estas hormonas son responsables de controlar el apetito y hacer que te sientas satisfecha. Cuando no duermes lo suficiente, hay una disminución de la leptina, la hormona que le dice al cerebro que has comido suficiente, y un aumento de la grelina, la hormona que desencadena el hambre. Como ves, dormir poco o mal afecta a tu cuerpo en más sentidos de los que habías pensado, pasarás hambre aunque realmente no necesites comer. Dormir poco engaña a tu cuerpo y a tu psique.
Si crees que el stress se te va a pasar por hacer la “Terapia de la Comida”, lamento decirte que no es así. Muchas personas tratan su stress, tristeza o frustración con comida, pero si cada vez que te enojas te comes un pote de helado, vas a terminar comiendo más calorías de las que necesitas. ¡Deja la cuchara y llama a un amigo, escribe en tu diario, haz ejercicio, toma un baño, o haz una cita con un terapeuta! Encuentra una manera de no comer para lidiar con tus emociones. Si bien hay alimentos que van a hacer que mejore tu ánimo (los que tienen hidratos de carbono complejos, como garbanzos, lentejas y pan integral), éstos deben estar incluidos en tu menú normal, no puedes pegarte un patacón de hidratos de carbono simple (como dulces) pues terminarás con un bajón peor del que con empezaste.