A todas las mujeres alguna vez les ha pasado. Conocen a un hombre que cumple con la mayoría de las características que buscan, disfrutan juntos una hermosa velada, se cuentan la vida, desnudan su alma y se comportan como si fueran novios de toda una vida… Sin embargo, al día siguiente no hay rastros de él.
Nunca más llamó ni volvió a aparecer. ¿Razones?: ninguna, ¿explicaciones?: menos.
Entonces pasan los días y nosotras mantenemos la ilusión de que el teléfono sonará sin hacerlo jamás. ¿El resultado?: una frustración enorme y una interrogante digna de Condorito. Lo peor es que cuando ese “alguien” es amigo de algún cercano, nos enteramos que su estado de salud está bien, que el trabajo sigue igual y que a simple vista no existe motivo alguno que le impida llamar.
Ahí, la inquietud es mayor y, por qué no decirlo, la rabia también. Además, este escenario también puede repetirse cuando llevas semanas saliendo con él y pensabas que tu relación, si es que así puede llamársele, llegaría a buen puerto.
Y comienzan las interrogantes, las autocríticas y las suposiciones. ¿Tuvimos sexo antes de lo “permitido”?, ¿lo presioné mucho?, ¿le hablé de compromiso?, ¿o de política, fútbol o religión?, ¿no le gustó mi aliento?, ¿me vestí mal?, ¿mucho maquillaje? o ¿muy poco?… Las preguntas bombardean la cabeza al nivel de crear un sinnúmero de películas terroríficas en torno al tema, aunque al final tratamos de mantener la fe en que llamará tarde o temprano.
¡Ilusas! Jamás habrá respuestas a su escapada, sólo vagas ideas de lo que les puede haber ocurrido. A buen entendedor, pocas palabras, y si no llama es que nada quiere.
Pero, ¿por qué se van? He llegado a pensar que no llaman por cosas más extremas: te acostaste con ellos antes de tiempo (o muy después), no les gustaste en esa materia, hablaste mucho, no lo escuchaste lo demasiado o simplemente no tienen plata para volverte a invitar.
Ahora bien, si el daño causado es tal que nos quita algunas horas de sueño o nos deja intranquilas por horas, está permitido desearles lo mismo y rogar que se encuentren con su símil y sean vengados con un teléfono falso. Si al día siguiente nos olvidamos de su existencia, felicitaciones, no vale la pena ni el mal rato. Y si esto lo lee uno de esa especie, pues que aprenda que la palabra es lo primero y lo que nos hace dignos y respetados.
Karen Uribarri – SexBlogger SexoSentido.cl