Mañana 6 de mayo se celebra el Día Mundial sin Dietas, como una forma de levantar una voz de alerta sobre los peligros que conllevan, particularmente aquéllas que prometen una figura perfecta a costa de la salud de las personas. Especialista de la Universidad del Pacífico comparte importantes consejos para no fallar en el anhelado propósito de bajar de peso.
Recurrir a dietas relámpago para acelerar la pérdida de peso y conseguir que nos quepan nuestros vestidos y pantalones regalones, suele ser una costumbre muy arraigada pero poco aconsejable, debido al desbalance nutricional y al temido efecto rebote que puede provocarse.
De hecho, según la docente de la carrera de Nutrición y Dietética de la Universidad del Pacífico, Stefanie Chalmers, las llamadas Dietas Express pueden ser bastante efectivas en términos de reducción de peso, pero imprimen un serio riesgo a la salud. “Con las dietas express, además del déficit calórico, también se generan déficits de nutrientes no energéticos importantes para la mantención de un estado saludable. Adicionalmente, el aporte insuficiente de energía puede condicionar desajustes metabólicos que pueden repercutir negativamente a corto y largo plazo”, advierte.
La nutricionista indica que hay una larga lista de dietas express, las que se basan generalmente en la ingesta de un solo alimento o en preparaciones con bajo aporte calórico. “Están la dieta de la manzana, del cochayuyo, de la sopa o dietas sin alimentos, como dieta del agua. Todas generan aportes nutritivos insuficientes y desbalanceados, que ponen en riesgo la salud”, recalca.
Para la experta, una de las situaciones más comunes y riesgosas a corto plazo son las derivadas de la hipoglicemia. “Entre ellas están la pérdida de la concentración, mareos, náuseas, sudoración y cansancio, entre otras, que pueden considerarse de alto riesgo en personas con patologías previas (no siempre diagnosticadas) y en personas sanas durante actividades cotidianas como la conducción o al realizar cualquier maniobra que requiera control motor, equilibrio y/o concentración, tanto en el hogar como en el trabajo. Otra situación compleja es la depresión del sistema inmunitario, que puede impedir que se disfrute de la tan acelerada y dificultosa pérdida de peso”, señala.
Otro problema es que las dietas de este tipo suelen tener un efecto a corto plazo o efecto rebote. “Existen diversos factores que influyen en el efecto rebote de las dietas express y son dos situaciones las más destacadas. Una se relaciona con que los efectos beneficiosos a largo plazo requieren de la adquisición de hábitos alimentarios saludables, situación que no se consigue con este tipo de regímenes que son impracticables a largo plazo y generan gran ansiedad por recuperar la ingesta habitual. Otro aspecto importante es que el organismo resiente el déficit energético y responde con adaptaciones metabólicas en conjunto con pérdida de masa muscular, que es el componente corporal más activo. Por tanto, el efecto neto es producto de una disminución del gasto energético y de la obtención de un metabolismo ahorrador, que tenderá a almacenar la mayor cantidad de calorías posibles para guardar reservas que serán de utilidad en caso de someter al organismo nuevamente a una restricción calórica”, explica la Chalmers.
Por lo mismo, nunca este tipo de dietas es recomendable, ya que los riesgos no superan las ventajas. “Los beneficios pueden obtenerse de mejor forma con una adecuada planificación. Sin embargo, eso no indica que en algunos casos sea posible de practicar, pero son casos eventuales y puntuales, y donde existe riguroso control clínico del equipo de salud, muy lejos de la realidad cotidiana”, concluye la docente de Nutrición y Dietética de la Universidad del Pacífico.