Todos necesitamos descargarnos. Hay muchas maneras de hacerlo, pero las mujeres tendemos a utilizar una bastante seguido: quejarnos.
No puedes negar que de vez en cuando te gusta quejarte de lo que te está pasando, y ahí llamas a tus mejores amigas y empiezas: “siempre me pasa lo mismo”, “por qué yo”, o “realmente no merecía que me pasara esto”. Uno se queja un rato y después siente que tiene más energías para enfrentar lo que tiene adelante.
Y aunque quejarse un rato con tu mejor amiga (o alguna otra persona que sea lo suficientemente buena onda para prestarte su oído un rato) puede ser una buena terapia a veces, tienes que tomarte el tiempo para analizar si estas “sesiones de quejas” te hacen realmente bien.
Si estás llegando al punto en que piensas que es posible que la gente te está catalogado como “esa a la que le gusta quejarse todo el día”, pregúntate lo siguiente:
- ¿Te quejas constantemente, y de cosas que no son realmente tan importantes o graves?
- ¿Estás proyectando una imagen negativa de ti misma a tus compañeros de oficina, amigos y familiares?
- ¿Te estás quejando porque quieres que te pongan atención (y compasión), más que porque quieres desahogarte?
- Tanta queja ¿está haciendo que dejes de lado el tiempo para hacer algo respecto a esas cosas que te molestan?
Lamentarse puede ser una buena manera de hacerte sentir bien por un rato, pero a la larga puede que te traiga más problemas que beneficios. Lo que hace es aumentar ese sentimiento de que eres una víctima de todo, y provoca que dejes de lado todos los aspectos positivos que tiene tu vida.
¿Qué puedes hacer?
- Escribe. Puedes empezar un diario, hacer una lista de ideas para lidiar con tu problema. Y si no hay soluciones viables, entonces trata de anotar otras maneras de mirar tu problema, puedes buscar los aspectos positivos que pueden nacer de esta situación. La idea es que puedas disfrutar de tu vida, incluso si hay aspectos de ésta que no te gusten y que, lamentablemente, tampoco puedes cambiar.
- Escucha lo que dices y cómo lo dices. Verás que puedes cambiar el tono de tu queja, puedes cambiar esa afirmación negativa y dejarás de preguntarte “¿por qué yo?”, para decir “yo puedo solucionar esto”.
- Usa tu sentido del humor. Aunque no lo creas, puedes reírte de lo que te está pasando. Si lo ves de otra manera, te darás cuenta de que puede ser una situación graciosa, y te sentirás un poco mejor. De a poco te darás cuenta de que hay humor en casi cualquier situación.
Tal vez siguiendo estos consejos podrás hacer que ese mal hábito de las quejas disminuya, haciendo que tu ambiente mejore bastante, tanto para ti como para los que te rodean. Finalmente, te darás cuenta de que no necesitas quejarte y puedes enfrentar tus problemas de una manera más constructiva, haciendo de ti una mejor persona.