- Hoy se celebra el Día Internacional del Beso, ocasión especial para preguntarse cuál es la relevancia de este acto natural entre los seres humanos. Una psicóloga explica cómo las muestras de afecto influyen en la personalidad.
El 13 de abril de 2011, la pareja tailandesa de Ekkachai y Laksana Tiranarat establecieron el récord mundial al besarse por 46 horas y 24 minutos, sin interrupciones. Por ello, la fecha pasó a la historia como el Día Internacional del Beso.
La conmemoración del beso más largo de la historia (hasta ese momento) es una ocasión especial para reflexionar sobre la acción amorosa de mantener unidos los labios de dos personas. “El beso tiene una connotación de intimidad, de romanticismo y de erotismo. De todas maneras, el beso en la boca dado por la pareja implica un acto de intimidad; es la puerta que abre un espacio que es privativo de la pareja amorosa”, explica Carmen Gutiérrez, Directora de la Escuela de Psicología de la Universidad del Pacífico.
El beso, definido por la Real Academia Española (RAE) como “tocar u oprimir con un movimiento de labios a alguien o algo con expresión de amor, deseo o reverencia, o como saludo”, es una manifestación de cariño y/o amor y puede ser dado en la mejilla, en la mano, en la boca, etc., lo que trae grandes beneficios para la salud. Según varios estudios, esta acción amorosa aumenta las defensas naturales, libera endorfinas reduciendo el dolor, funciona como antidepresivo, previene problemas cardiovasculares, ejercita hasta 30 músculos faciales, previene problemas dentales al estimular la secreción de saliva y alivia los síntomas de las alergias y las jaquecas. Pero, ¿cuál es la importancia de dar muestras de afecto a quienes queremos?
“Las muestras de cariño nos hacen sentirnos queridos, apreciados, valorados e importantes. Los seres humanos necesitamos del contacto, relación, proximidad y del afecto de las otras personas. Eso se da a niveles súper básicos, ya que no sólo hay necesidades biológicas, sino también afectivas. El cariño, demostrado a través de un abrazo y un beso, por ejemplo, es súper relevante porque, en la medida que tengamos ese contacto e intimidad, es decir, la posibilidad de mostrarse tal cual somos y que la otra persona te valide y te quiera así, te hace sentir que el mundo es un lugar seguro y, por lo tanto, se desarrolla una confianza básica, que es esencial para el desarrollo de personalidad”, indica la especialista.
Así, si una persona ha recibido muestras de afecto durante su infancia, puede ser más cariñosa que otra que tuvo una familia más bien fría en cuanto a demostración de cariño. “En la infancia, cuando se reciben o no muestras de afecto, la persona puede desarrollar un sentimiento básico de confianza o desconfianza, lo que estructurará su personalidad. Hay un sentimiento de confianza de ‘el mundo es amplio y me contiene’ y otro de desconfianza, donde se entiende que ‘el mundo es una amenaza y uno lo pasa mal, por lo que debo desconfiar del otro y tengo que estar agazapado y alerta’. Entonces, la personalidad se va a ir inclinando hacia un lado u otro, dependiendo de si se desarrolló o no ese sentido de confianza. La personalidad se arma como estructura desde el nacimiento hasta la adolescencia y se desarrolla a lo largo de la vida, en base a los sentimientos que recibimos y de cómo eso nos va también aportando a una percepción del mundo y de nosotros mismos”, explica la psicóloga.
El beso no es la única demostración de afecto, sino que existen otras formas físicas, como el abrazo y otras a nivel verbal. “Es importante expresar la validación y el reconocimiento al otro y decirle ‘eres importante para mí’ o ‘tu presencia acá hace la diferencia’. Esas demostraciones verbales de agradecimiento y de cariño son súper importantes para la construcción de la personalidad”, concluye la Directora de la Escuela de Psicología de la Universidad del Pacífico, Carmen Gutiérrez.