Actualmente el Reiki es reconocido por la Organización Mundial de la Salud y por diferentes médicos defensores de la medicina tradicional como una forma efectiva de tratar dolencias. Cada vez tiene más adeptos en Europa y Estados Unidos, porque sus principios han logrado ser comprobados a través de múltiples testimonios, incluso se está recomendando como terapia complementaria en muchos hospitales.
Se trata de una técnica milenaria japonesa que usa las manos para curar dolores físicos o espirituales mediante la canalización de la energía en la zona afectada. Cualquiera puede practicarlo, ya que no se requiere de un don para controlar el poder de la “energía universal”.
Al igual que la acupuntura, el Reiki se basa en el principio de que “el ser humano es todo energía”, por lo tanto, las dolencias son ocasionadas por un bloqueo del tráfico de energía y al poner nuestras manos y traspasar nuestro propio calor “desatamos” este nudo que impide la fluidez y equilibrio del organismo.
El Reiki no se vincula con ninguna religión ni teoría, simplemente se liga a las creencias personales y al significado que queramos darle. Además, muchos practicantes dicen que mientras más Reiki haces, mejor te sientes, porque al final ayudar también es una forma de curación interna.
Sólo debes creer que el poder está en tus manos y usarlo, busca guías si las necesitas, pero basta con poner tus manos a una distancia de unos 5 ó 10 centímetros de la zona a curar y pensar en tu energía traspasándose al enfermo. Aún así existen diferentes centros especializados en esta terapia curativa. Por una cierta cantidad de dinero ofrecen sesiones que varían de acuerdo al grado del problema a tratar.
Puedes ocupar el Reiki para curar desde dolores musculares, de cabeza o de muelas; hasta depresión, estrés o problemas nerviosos. No hay barreras para la energía, porque todo el tiempo fluye y convive con nosotros.