Una vida agitada y cada vez más vertiginosa es lo que vive hoy la sociedad. Las proyecciones a futuro de la mayoría incluyen el matrimonio sólo después de los 30 años, antes de eso la vida laboral y la individualidad abarcan todas las prioridades. Por lo mismo hoy es más factible convivir con el otro que casarse con él.
El matrimonio va ligado a diversas cosas, el amor ya no es un factor determinante para intercambiar argollas. La economía estable en la relación es fundamental, por lo mismo el romanticismo ha disminuido en la sociedad Chilena y con él las ansias de contraer nupcias.
“Los jóvenes actualmente esperan más tiempo para casarse porque antes era una obligación oligárquica formalizar la relación. Esperaban a su “pareja perfecta” y no dudaban en casarse con ella. Hoy en día, por el contrario, las relaciones de matrimonio tienen que ver más con un tema de estabilidad económica, dejando de lado lo sentimental”. Explicó Miguel Rioseco, estudiante de sociología de tercer año, de la Universidad Andrés Bello.
La sicóloga Carolina Soto, especializada en relaciones de pareja, habla del porqué ha bajado el porcentaje de jóvenes casados durante el tiempo. “Ha cambiado la mirada de lo importante. Hoy los jóvenes prefieren conservar su bienestar propio, viéndolo por sobre un bienestar compartido. Todo se debe a un fenómeno social, tiene que ver mucho con la tecnología y la globalización; el mundo nos hace sentir que debemos ser individuales, por lo mismo no existe hoy una edad promedio para casarse. Lo material se ha convertido en algo primordial, desplazando las relaciones más profundas”, afirmó.
Sin embargo, como en toda regla hay excepciones. Daniela Martínez, estudiante de odontología de 22 años, hoy está casada y enamorada. Su marido Rodolfo, de 25 años, le propuso matrimonio cuando ella tenía 4 meses de embarazo; aunque ella asegura que la decisión no se tomó a causa del niño que venía en camino.
«Rodolfo tenía otros planes en la cabeza, como es mayor quería formar una familia y casarse. No existe mayor explicación, estaba tan enamorada de él que acepté. Pero no tuvo nada que ver con nuestro hijo, lo hice completamente por mí”
Sus amistades consideraron esto como una locura, aunque como ella misma relató: “tuve suerte de que antes se casara una compañera de curso”. Así las críticas se aminoraron, su matrimonio fue sólo uno más dentro de la generación.