Enfermedad desconocida para la mayoría de las personas, ya que afecta a sólo un 1% de población. Sin embargo, 7 de cada 10 personas afectadas son mujeres en plena edad productiva (30- 50 años, aunque puede afectar a ambos sexos y a cualquier edad).
La artritis reumatoide es una realidad para una gran cantidad de personas. Si bien no es una condición masiva, puede traer muchas limitantes a la vida de quienes la padecen. Esto, ya que es una enfermedad autoinmune, inflamatoria y crónica que afecta, predominantemente, las articulaciones, pero, además, tiene síntomas generales y puede, en ocasiones, comprometer órganos profundos.
Aunque generalmente no pone en riesgo la vida del paciente, puede deteriorar en extremo la calidad de ésta, afectando su desempeño en las actividades cotidianas, laborales, siendo incluso causal de invalidez. Por ello, “lo más importante es el diagnóstico precoz para tratarla lo más tempranamente posible y así tener un mejor pronóstico a futuro”, explica la reumatóloga de Clínica Ciudad del Mar, Dra. Lilith Stange.
Si bien no se sabe cuál es la causal de esta enfermedad, si está claro que hay varios factores que inciden en su aparición, los cuales pueden ser genéticos y/o ambientales. Últimamente se ha visto que el tabaquismo y la mala salud dental, agravan el cuadro. Sin embargo, hay que tener claro que esta enfermedad se puede identificar a través de una serie de síntomas, los que pueden ser variados y generalizados, por lo que debe consultar a un especialista si usted presenta:
- Dolor articular en ambas manos y pies.
- Rigidez generalizada, especialmente en las mañanas, que dure más de una hora.
- Fatiga inexplicada.
- Incapacidad para realizar actividades que normalmente se realizaban sin problemas, como por ejemplo: practicar deporte, realizar su trabajo habitual, labores de aseo, cargas de objetos pesados, etc.
Si se siente identificado con alguno de ellos, lo que se debe hacer es acudir a un especialista, quien buscará la enfermedad a través de la evaluación médica además de la realización de distintos exámenes. La Dra. Stange puntualiza que “lo principal es tener una completa historia clínica de los síntomas, la que debe incluir enfermedades previas conocidas, además de un examen físico completo, ya que permite descubrir inflamación articular cuando esta es importante.”
Sumado a esto, se realizan exámenes de sangre, orina y radiografías, para establecer la gravedad del cuadro y escoger el tratamiento más apropiado (como “un traje hecho a la medida”), para descartar que se trate de una artritis reumatoide, o bien de otra enfermedad con síntomas similares.
Como ya se dijo, esta enfermedad afecta aproximadamente al 1% de la población. En los pacientes con artritis reumatoide confirmada, se consideran factores de mal pronóstico:
- Diagnóstico muy tardío.
- Muchas articulaciones inflamadas al comienzo de la enfermedad.
- Presencia de daño en las articulaciones en las radiografías al diagnosticar la artritis.
- Bajo nivel socioeconómico o mala red de apoyo social.
- Hábito de fumar.
La artritis reumatoide es una enfermedad crónica que afecta varios ámbitos de la vida de quien la padece, por lo que más allá de un tratamiento, se debe adaptar hábitos. Así, se debe asumir que desde el momento del diagnóstico en adelante se portará una enfermedad crónica, que requiere atención para siempre (tal y como si fuera, por ejemplo, una hipertensión arterial), que habrá períodos en los que se agudizarán los síntomas (crisis) y otros en los que se aminorarán (remisión).
Por esto, es muy importante que las personas se hagan responsables de sus controles, tratamientos y favorezcan el autocuidado: si fuma, debe dejarlo; consultar a su médico si puede beber alcohol de manera moderada; proteger sus articulaciones; mantener una buena salud dental y programar el embarazo en las mujeres en edad fértil, por ejemplo.
Sumado a lo anterior, se deberán usar fármacos, según indique su médico, ya que estos cumplen distintos roles, como explica la especialista de Clínica Ciudad del Mar: “Frenar el dolor e inflamación de manera rápida (antiinflamatorios esteroidales y/o no esteroidales). Actuar como drogas modificadoras de la enfermedad, como metotrexato o leflunomida, para evitar la progresión de la artritis reumatoide y el daño, y que tienen un inicio de acción más lento.
Además, actualmente se cuenta con medicamentos de segunda línea llamados biológicos, que pretenden conseguir la remisión de la enfermedad cuando no se obtuvo respuesta con el tratamiento con fármacos modificadores de la enfermedad.