Este movimiento defiende el placer gastronómico, y se contrapone a la estandarización de los gustos, además busca alcanzar estilos de vida más lentos y meditados, de esto se trata el Slow Food. Nació en Italia en 1986 a manos de Carlo Petrini y, actualmente, está presente en 107 países con 100.000 asociados.
Su fundador considera que la gastronomía es parte fundamental de la identidad cultural de un país y, por lo mismo, el cómo transformamos los alimentos antes de ingerirlos debe ser visto como un acto cultural que compromete a los países y sus gobernantes.
Asimismo, la lentitud debe ser una acción que trasciende los alimentos, es decir, los seguidores del slow food no sólo comen lento sino que además reflexionan y meditan antes de actuar para alcanzar en estilo de vida hospitalario.
Su símbolo es un caracol, ya que para Petrini constituye en emblema contra la velocidad de la sociedad actual.
De acuerdo a su estatuto, los objetivos del slow food son:
- Otorgar dignidad cultural a las temáticas relacionadas con la comida y la alimentación.
- Individualizar los alimentos y las modalidades de producción ligados a un territorio para preservar la biodiversidad.
- Elevar la cultura alimentaria de la ciudadanía y, en particular, de las generaciones más jóvenes para lograr la plena conciencia del derecho al placer y al gusto.
- Promover la práctica de una calidad de vida distinta, basada en el respeto al ritmo y tiempo naturales, al ambiente y la salud de los consumidores.
