Todos tienen derecho a rehacer su vida sentimental tras un divorcio, incluso cuando se tienen hijos. Los padres suelen ver ciertas dificultades a la hora de iniciar una relación y sobre todo consolidarla dando el paso de ir a vivir juntos, ya que no saben muy bien el delicado y sutil tema de los niños.
No es fácil para los descendientes de nuestras parejas pero tampoco para nosotros, pues es un papel complicado que conlleva integrarse en un funcionamiento familiar ya prestablecido y ganarnos el respeto de unos niños que no son los propios. Todo ello parte desde la perspectiva de que en ningún momento se pretenda ser una nueva figura materna o paterna para los infantes.
1-. ¿Cómo implicarse en el funcionamiento del hogar?
Todo hogar tiene sus normas de funcionamiento. Si se llega como nuevo miembro de la familia es importante no adquirir directamente el rol de invitado y si hay alguna regla de funcionamiento con la que no se esté de acuerdo, está obligado a decirlo y proponer una pequeña asamblea, primero con nuestro compañero y luego con sus hijos. Gracias a ella se exponen los problemas y las diferentes opciones de mejora.
2-. Lidiar con la expareja de mi relación actual
Una situación que puede surgir muy frecuentemente, sobre todo, en los casos de divorcios contenciosos es que uno de los miembros afectados no esté de acuerdo con las decisiones que toma la nueva pareja de su ex. Generalmente esta circunstancia crea una innecesaria guerra conyugal en la que los niños se encuentran en el centro de las disputas entre adultos.
Por esa razón, todas las decisiones sobre la casa se deben tomar en conjunto. De esta forma evitaremos los temidos comentarios de los ex sobre “¿quién se ha creído para educar a mis hijos como quiera?”, puesto que nosotros no estaremos interviniendo nunca en solitario, siempre trabajamos en equipo.
¿Cómo conseguir autoridad?
Unas de las frases que más se temen de los hijos de nuestra pareja es “tú no eres mi padre/madre, tú no me mandas”. Este suele ser el reproche habitual que generalmente denota un sentimiento de ausencia de uno de los progenitores que no está ya en el hogar.
Ante esta frase, la tranquilidad y la firmeza son nuestros mejores aliados, pues con templanza recordaremos que no estamos tratando de sustituir a nadie, pero es necesario funcionar educativamente en pro del bienestar de la familia.
¿Qué modelo educativo seguir?
Es importante respaldar el mismo estilo educativo de nuestro compañero. La idea es no ser más laxos, ni más rígidos y nunca criticar delante de los niños la forma de proceder del progenitor que está fuera del hogar. Hay que dejarles claro que no se pretende sustituir a nadie y que sus dos papás son los mejores que podrían tener.