En rechazo a la violencia de género, la campaña #NiUnaMenos convocó a una marcha para hoy en 22 ciudades de Chile, bajo el lema “Ante la violencia machista, sonoridad”. Una protesta que pone sobre la mesa la importancia de desarrollar programas terapéuticos que ayuden a los hombres violentos a superar esta forma de relación, que en nuestro país afecta a una de cada tres mujeres.
De acuerdo a datos de ONU Mujeres, hoy un 35% de las mujeres y niñas sufren alguna forma de violencia, llegando al 70% en algunos países, la cual es ejercida en forma principal por su compañero sentimental. Datos que se asemejan a los existentes en Chile, que hablan de que el 35,7% de las mujeres de entre 15 y 59 años, que mantienen o han tenido una relación de pareja, planteó haber sido víctima de violencia intrafamiliar, tal como se refleja en la Encuesta Nacional de Victimización del Sernam: Violencia Intrafamiliar y Delitos Sexuales 2012.
Según un estudio realizado por Trabajadores Sociales de la Universidad del Pacífico el 2014, la violencia en contextos de pareja se ha transformado en un problema social relevante, sin embargo, existen programas de intervención que han demostrado ser efectivos modificar este tipo de relaciones.
En la investigación “Un nuevo comienzo: Significados desde hombres que han ejercido violencia de pareja”, Luis Barrera, María Campos, Claudia Orellana y Yasna Sanhueza, destacan como pionero al programa «Hombre, libre de Violencia» de la comuna de San Antonio, gestado por profesionales de la Dirección de Gestión Social de dicha municipalidad durante el 2011. Dicho programa tiene como propósito disminuir y/o interrumpir las conductas de maltrato de hombres violentos con la pareja actual o pasada. “Este contribuye a la deconstrucción de la relación violenta entre géneros, mediante la reeducación individual y sociocomunitaria”, explican.
En ese sentido, plantean que es necesario entender la violencia de pareja como un fenómeno en el que confluyen múltiples factores para se desencadene, complejidad que requiere de una mirada más amplia, ya que va más allá de las mujeres. “La Ley 20.066 de Violencia Intrafamiliar en Chile mantiene una postura lineal sobre la violencia intrafamiliar, ya que plantea como víctimas de violencia intrafamiliar solo a mujeres, niños y adultos mayores. Además de ello, propone al Servicio Nacional de la Mujer (SERNAM) como el organismo encargado de implementar políticas públicas en violencia intrafamiliar, sesgando la visión del fenómeno desde las mujeres víctimas”, precisan.
Asimismo, agregan que “la violencia de pareja, si bien es un fenómeno a nivel de relación y comunicación entre la pareja, no afecta tan solo a la mujer maltratada o a los hombres violentos, ya que los hijos, tanto espectadores como víctimas de violencia, pueden ser afectados directamente por la violencia entre sus padres. Por otra parte, la alta intensidad de la relación de pareja, la variada composición familiar, los altos niveles de estrés familiar y el aislamiento del entorno, pueden propiciar violencia de pareja”.
Resultados del estudio en hombres violentos
Entre los principales hallazgos de la investigación “Un nuevo comienzo: Significados desde hombres que han ejercido violencia de pareja”, realizada por Trabajadores Sociales de la Universidad del Pacífico, está el cambio experimentado en los hombres violentos con su pareja luego de su egreso del Programa Hombre, Libre de Violencia”, tanto en la dimensión personal como social y familiar.
Mediante entrevistas realizadas a algunos de los participantes del programa, en las cuales trataron temas como la experiencia de los sujetos, masculinidad y género, los investigadores destacan que se pudo determinar el real significado que ha tenido dicho cambio en ellos y cómo este ha afectado su vida social y familiar.
En primer lugar, en la dimensión Personal, los hombres dicen que el cambio les significó incorporar una actitud de respeto hacia el otro y hacia su entorno. “Los hombres señalan que ya no necesitan de la violencia para resolver sus conflictos, sino el respeto mutuo, expresar lo que sienten y piensan sin agredir a los otros, comunicarse y darle espacio a la diversidad de opiniones”, detalla el estudio.
En la categoría Autonomía, los relatos son claros en la dependencia emocional que establece el hombre que ejerce violencia y su pareja, debido a que es un fenómeno interaccional. “En un comienzo, los hombres manifiestan temor, al existir la posibilidad de dar término a la relación debido a la dependencia hacia su pareja. Luego del proceso valoran su autonomía, logrando tener a cargo el hogar y al mismo tiempo ejercer el rol y funciones que realiza el sexo femenino”, indica la investigación.
En cuanto a la dimensión Familiar, que consideró variables como el ejercicio de la parentalidad y las relaciones familiares, los hombres reconocen que derivan sus obligaciones para con sus hijos a su pareja, no cumpliendo con el deber de ser padre y anulando su ejercicio del rol parental debido a su machismo. “Sin embargo, valoran su participación en el programa, ya que han aprendido a comunicarse sin ejercer violencia hacia los demás, señalando que las mujeres no son un objeto y que cada persona es responsable de sus actos e independiente”, acotan.
En referencia a la dimensión Social, que analizó factores de riesgo, estructuras socioculturales y masculinidad, determinó que considerando la perspectiva de género, los hombres plantean que la sociedad les atribuye el rol de proveedores y protectores de la estabilidad económica de la familia. “Rol que asumido por ellos solos resulta bastante estresante. Sin embargo, los hombres señalan que existe un cambio a partir de la participación en el programa”, recoge el estudio.
En esta dimensión, la investigación indica que también influyen las estructuras socioculturales. “Las familias van adoptando estructuras y se van trasmitiendo y socializando de generación en generación, las que se transforman en normas familiares y estereotipos sociales de masculinidad y feminidad. En la mayoría de los relatos se presenta claramente el patriarcado en la familia de origen, la dominación masculina y el machismo, y la violencia como método de resolución de conflictos”, resalta el documento.
En este punto, y según expresan los entrevistados, “el programa logra reconstruir nuevas estructuras socioculturales sobre ser hombre, ser mujer y ser persona, dejando atrás lo anteriormente aprendido e intentando transmitir estos nuevos conocimientos a sus hijos”.
Respecto a la concepción social de masculinidad, estos hombres violentos afirman que la validación de la masculinidad se hace a partir de las estructuras socioculturales como el machismo y la dominación masculina, entre otros. “Luego de su participación en el programa, al obtener o construir una nueva masculinidad, en un principio son rechazados por sus pares, ya que no cumplen los roles y funciones tradicionales de ser hombre, pero luego son atractivo para sus pares para ayudarlos a resolver sus conflictos familiares”, concluye la investigación “Un nuevo comienzo: Significados desde hombres que han ejercido violencia de pareja”, realizada por Trabajadores Sociales de la Universidad del Pacífico.