Hoy se celebra mundialmente el Día Sin Tabaco, un tema que preocupa a Chile por los alarmantes niveles de consumo que ponen a nuestro país en la cima del ranking de América Latina, en particular dentro de la población mayor de 15 años. Un especialistas de la U. del Pacífico entrega importantes recomendaciones para ayudar a prevenir el tabaquismo en los adolescentes.
De acuerdo a información publicada por el Ministerio de Salud de Chile, el consumo de tabaco es la principal causa prevenible de enfermedad, discapacidad y muerte en el mundo actual. De esta forma, este problema de salud pública pone claramente sobre la mesa el tema de la prevención, trabajo fundamental del sector Salud del país, cuya meta clara es lograr disminuir al 2020 los índices de consumo en nuestra población general de 40,6% a 35,6%.
Y es que claramente poner el foco en la prevención parece ser uno de los mejores aliados para controlar esta epidemia, porque numerosos estudios indican que la dependencia del tabaco está estrechamente asociada al consumo a tempranas edades.
“Existen varios factores, pero por lo general se parte en la adolescencia por un tema de presión social. La adolescencia es un momento sensible y como para el adolescente pasa a ser muy importante el ser aceptado y reconocido socialmente, los grupos de pares ejercen presión sobre ellos en lo relativo a que fumar te da ‘más onda’ o te hace ‘más grande’ o ‘más hombre’. De esta manera, los adolescentes empiezan a fumar para no aparecer como disfuncionales al grupo de amigos, para ser reconocidos por éstos, para adaptarse socialmente y por seguridad en términos de autoestima”, explica Juan Carlos Saumont, docente de la Escuela de Psicología y Coordinador del Magíster en Psicología Clínica Humanista Transpersonal de la Universidad del Pacífico.
El especialista comenta que esta motivación que es social también se puede ver cuando en la adultez las personas recurren al cigarrillo al momento de socializar y compartir en momentos de esparcimiento, lo cual se conecta con otro factor que es el de la relajación o vía de escape. “El cigarrillo y los contextos en los cuales se fuma, la mayoría sociales, se los empieza a significar como una válvula de escape a los estresores y angustias de nuestro mundo cotidiano, algo que la industria tabacalera ha logrado instalar publicitariamente muy bien, a pesar de los enormes daños a la salud que trae el fumar”, indica.
El rol de los padres en la prevención
El apoyo y reforzamiento por parte de los padres y adultos significativos en el hábito de no fumar de los niños y jóvenes es fundamental. Y en esto tiene especial peso el trabajo que se haga en reforzar el proceso de construcción de la identidad del adolescente. “Es importante no presionarlo y darle seguridad, remarcándole que la exploración es importante, pero que el foco tiene que estar más en un proceso interno que en el querer ser reconocido a toda costa por los otros. Igual es un proceso complejo, ya que las presiones de las amistades y de la publicidad son fuertes en el hecho de empezar a fumar”, asevera el psicólogo Juan Carlos Saumont.
Si los jóvenes ya se iniciaron en el consumo del tabaco, el profesor de la Escuela de Psicología de la Universidad del Pacífico indica que la clave es intentar reflexionar junto a ellos sobre qué los motiva a fumar, de modo que tomen conciencia de este hábito dañino y sean capaces, además, de adquirir otros más saludables. “La idea es que fumar no se vuelva una práctica tan ciega o automática, sino que el joven sea capaz de pensar un poco más porqué lo hace, si lo hace para ayudarse a socializar con otros o para relajarse”, explica.
Sin embargo, muchas veces los casos no sólo llegan a convertirse en malos hábitos, sino que además pasan a ser problemas con carácter adictivo. “Hablamos de adicción al tabaco cuando una persona requiere de una manera absoluta del cigarro para funcionar en su día a día y si la cantidad de tabaco que consume es muy alta. En estos términos, el cigarrillo adquiere un rol muy imperativo en la vida del sujeto para poder ‘relajarlo’ o que este pueda ‘desconectarse’ o ‘socializar’; la persona no es capaz de buscar otras maneras de desarrollar esas actividades”, afirma el especialista.
En este contexto, la solución pasa por incluir terapias para combatir la adicción, que permiten la toma de conciencia de aquellas ideas que están a la base de estas conductas adictivas y que se perpetuán como verdaderos círculos viciosos. “Se puede tomar conciencia de que el tabaco en muchos casos sirve para tapar inseguridades, angustias y/o ansiedades. El tomar conciencia de esto en terapia permite trabajar psicoterapéuticamente el tema más de base, que puede estar relacionado con un estilo de personalidad que genera sufrimiento y/o malestar, más que sobre la conducta adictiva misma”, indica Saumont.
Para muchos, estos procesos terapéuticos implican la autoexploración hacia niveles que implican angustia, ansiedad y miedos. En este sentido, el psicólogo comenta que un buen aliado es el uso de terapias complementarias. “El paciente puede ir reconociendo ciertos estilos, actitudes y/o creencias que se han plasmado en el entorno familiar temprano o como respuesta a ciertos estresores ambientales que le generan sufrimiento y/o dolor. Así, las terapias florales pueden aportar a dinamizar ciertos procesos psicoterapéuticos de una manera más amable a como puede ser una terapia meramente sustentada en la palabra”, agrega.