- ¿Existe un patrón común entre las mujeres que sufren violencia y que no salen de ese círculo? ¿Por qué una misma mujer siempre ha tenido parejas violentas? Un sicólogo experto en el tema explica y reflexiona sobre esta grave problemática.
Este miércoles 25 de noviembre se celebra el Día Internacional de la Eliminación de la Violencia Contra la Mujer. Sin embargo, en lo que va de 2015 ya se han cometido 38 femicidios en Chile. Aunque queda un mes para terminar el año, esta cifra se acerca peligrosamente a las estadísticas de años anteriores, que fue de 40 mujeres muertas en 2014 y 2013. ¿Por qué la violencia contra la mujer en Chile no disminuye?
“Si bien se han hecho campañas, el tema no se limita a la violencia intrafamiliar. Vivimos en una sociedad violenta. En general, la violencia intrafamiliar se ve de manera muy micro, cuando en la realidad es un tema cultural, histórico e incluso político. Mientras no haya una educación macro del tema de la violencia, no van a bajar las cifras. Porque no es un tema privado, es una problemática pública. Hay un discurso patriarcal, porque aún hay sectores de la población donde la violencia está naturalizada”, asevera Francisco Merino, docente de la Escuela de Psicología de la Universidad del Pacífico.
Incluso, la cifra que se maneja en Chile excluye casos que en otros países sí serían considerados como femicidios. “En Chile se contempla al femicidio como violencia intrafamiliar, es decir, un homicidio de una mujer a manos de su esposo o pareja. En otras partes del mundo el concepto es más amplio, ya que incluye los casos donde asesinan a una mujer solamente por su género y no necesariamente por la acción de su pareja”, aclara Merino, quien es psicólogo del Centro de Atención y Prevención de Violencia Familiar y Maltrato Infantil perteneciente a la Corporación del Desarrollo Integral de la Familia.
El peligro está cuando la violencia contra la mujer está naturalizada. Hoy en día con la tecnología a mano, el control puede ser aún mayor. “A medida que pasa el tiempo van apareciendo otras formas de violencia, como el control del celular, las claves de redes sociales, las formas de convivencia, etc. Además, entre las mujeres están aceptadas ciertas conductas violentas, porque las ven como celos demostrativos de amor. Está minimizado y naturalizado”, explica el académico de la U. del Pacífico.
¿Por qué hay mujeres que tienen un largo historial de parejas violentas? “Hay mujeres que al primer acto de violencia de la pareja terminan, pero hay otras que continúan. Estas últimas siguen, porque ellas también están amarradas al discurso de cómo debe ser una mujer o buena madre. Este tipo de mujeres se restringen y se ven de una manera que calza con estos hombres. También depende de la importancia que se le da a la familia nuclear, que es el típico discurso ‘no me puedo separar porque están mis hijos’. Es un tema de límites personales, de construcción de identidad personal. Influyen temas de autoestima, de afectividad. Otro factor común es que son personas más co-dependientes emocionalmente, ya que juzgan siempre una situación desde la emocionalidad del otro. ‘Está mal que me pegue, pero estaba estresado’”, ejemplifica Merino.
Cómo identificar a un “hombre agresivo”
Los hombres que ejercen violencia contra la mujer tienden a tener comportamientos comunes. Hoy en día, el control del celular, la prohibición de salidas con amigos y otras agresiones físicas y/o sicológicas son las principales pistas.
“Generalmente los hombres que ejercen violencia provienen de una familia que tiene un discurso violento sobre el género. Tienden a ser más controladores, en el sentido de revisar para sentirse seguros (por ejemplo, el celular de su pareja), controlar el dinero y las salidas. Otra característica común es que ven a la mujer sólo en un rol y la juzgan desde esa mirada. Por ejemplo, si es una pareja con hijos, la ven sólo como madre, olvidando que es mujer, persona, etc. La visión enmarca a la mujer dentro de un rol muy predeterminado y con escasas posibilidades de movilizarse a otro aspecto. Un ejemplo común de esto es la frase ‘es que las mujeres no trabajan’”, explica Francisco Merino, docente de la Escuela de Psicología de la Universidad del Pacífico.
Es por esas construcciones mentales tan interiorizadas en el hombre que ejerce violencia, que el cambio en ellos es un proceso muy difícil. “Ellos deben aprender a ser capaces de ver a la pareja en sus múltiples construcciones sociales. Es un proceso largo de resignificaciones culturales y de roles que puede durar uno o dos años, donde hay bastantes recaídas, que se deben asumir como algo normal del proceso”, declara el especialista.
Una de las señales más claras es el control excesivo y el aislamiento de la red de apoyo de la mujer. “Hay que poner ojo cuando la pareja va quitando y limitando el tiempo personal (como aislarlo de sus amigos y familiares, no permitir salidas, etc.). Eso es un signo claro”, concluye el psicólogo.